Buenas,
uno de los motivos principales por los que un niño haga fotos es precisamente el turismo. Así que nos trasladamos a una de las plazas más visitadas de la ciudad y nos dispusimos a fotografiar a todo lo que no se moviera.
Gracias a la ayuda del trípode, para las últimas clases he variado un poco el método. En las primeras clases, proponía ejercicios que eran revisados a posteriori en el propio lugar o incluso después en el ordenador. Sin dejar este último paso, el trípode y la pantalla de la cámara me permiten ver y, en su caso, corregir sobre la marcha el encuadre realizado por el alumno e incluso hacerle sugerencias.
Es en estos casos de turismo en espacios abiertos cuando más debemos insistir al alumno para que vaya mirando los posibles motivos a fotografiar y acostumbrarle a que sea él quien descubra las fotos que luego servirán de recuerdo y descripción de lo que se ha visto y vivido.
Retratando estatuas
En general, cuando nos encontramos en grandes espacios urbanos abiertos lo que más destacan son los edificios, pero se nos da también el caso de estatuas que bien merecen un retrato. A veces los detalles, a veces la figura completa. Y si en casos como este es difícil no conocer al personaje, podemos variar el encuadre para obtener vistas apaisadas o de retrato. En las de retrato podemos incluir el nombre en la base del pedestal. En el caso de la apaisada, la pared del fondo y las ramas del árbol completan una imagen que de otro modo hubiese resultado más monótona y vacía. Utilizaremos pues, teleobjetivo y diafragmas abiertos para centrarnos en la estatua en sí. Como la cámara es posible que no tenga la posibilidad, el programa de retrato nos servirá. Y si no, lo que haya. 🙂
Edificios grandes…
Pero cuando se une una plaza estrecha y alargada con grandes y alargados edificios, la cosa se complica. Las objetivos de las compactas digitales suelen tener angulares limitados por lo que el campo de visión a través de ellos es pequeño. Ello nos obligará a situarnos a una buena distancia y aún así, será difícil que el edificio entre completo en la foto. Por lo que trataremos de incluir en la misma la parte más representativa que siempre puede complementarse con otros motivos que sitúen el edificio en el entorno.
En cuanto a técnica, trataremos de usar diafragmas cerrados que favorezcan la definición y el detalle en toda la foto. O lo que viene a ser lo mismo, el programa de paisaje de la cámara, si se dispone de él.
Edificios enormes…
Pero a veces los edificios no solo son alargados sino que disponen de torres altísimas por lo que seguiremos necesitando un buen angular y con todo, ayudará mucho una toma en formato retrato o vertical. Y haber tenido la previsión de comenzar a realizar fotografías cuando aún estemos a buena distancia del motivo para asegurarnos que «cabe entero» en la foto.
Si observamos un poco más el terreno, descubriremos unos maceteros que no solo ayudan a completar la foto, sino que le dan una nota de color. Recordamos que tenemos que asegurar que el macetero está perfectamente enfocado ya que se encuentra en primer plano. E incluso una paloma se presta voluntaria para posar para nosotros completando el amplio espacio de cielo despejado.
Si todo esto no es suficiente, contrapicados a ras de suelo nos ayudarán a incluir más detalles en la foto.
Buscando detalles
Algo tan grande no es sino un conjunto de detalles más pequeños que pueden merecer nuestra atención de por sí. Por ejemplo la cúpula de la torre con sus campanas…
El reloj…
O un detalle de la fachada (obra de Pablo Serrano).
Pero hay más formas de ver lo mismo
Si insistimos en el concepto inicial de ir buscando «con los ojos» posibles motivos para retratar, acabamos encontrándonos sorpresas agradables como esta. Los reflejos siempre dan mucho juego y en este caso se combina el diseño modernista del edificio de Turismo con el barroco del Pilar.
Y cambiando el punto de vista conseguimos diferentes imágenes en el reflejo.
De lejos, de cerca, desde el centro y los lados
Rincones como este dan mucho juego. La bola del mundo, la fuente, la iglesia de San Juan de los Panetes con su torre inclinada. Pero para comenzar, lo mejor es una vista general tomada a una buena distancia y haciendo uso del teleobjetivo para obtener una perspectiva lo más plana posible.
Si queremos jugar con la perspectiva, acercarnos a la bola nos ayudará.
Para la fuente en sí, nada como una toma frontal…
Aunque nada nos impide movernos alrededor de ella y estudiar otros puntos de vista.
Y por supuesto algún detalle…
¿Y no sale gente?
Hum… ¿se refieren a esa plaga de turistas que dirigidos por otro con una cámara en la mano se dedican a tapar los motivos más importantes que todos queremos fotografiar? ¿Esos que luego explican las fotos como «esos puntitos al pie de la catedral son mi familia»? ¿Aquellos que necesitan tomar la foto más cerca que nadie y se olvidan que hay mucha más gente que quiere hacer lo mismo?
Pues podemos evitarnos todos esos inconvenientes y evitárselos a los demás de una forma muy sencilla. Incluyendo a la familia en planos cercanos que no tapen el motivo de la foto y nos permitan apreciar sus sonrisas sin recurrir al microscopio. Como ya vimos en el capítulo dedicado al retrato, planos medios o de tres cuartos serán los más adecuados dependiendo del motivo turístico en cuestión. Procurando dentro de lo posible los tamaños relativos o aparentes de las personas y los motivos al fondo sean similares.
En este caso, el uso de imágenes pequeñas demuestran más claramente el efecto producido en ambos «estilos».
Saludos,
Colegota
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[…] III. Horizontes.- 6.- Mis amigos el trípode, el obturador y el diafragma.- 7.- El retrato.- 8.- Haciendo turismo I. Grandes exteriores.- 9.- Haciendo turismo II. Fuera y dentro… pero sin […]